Damos comienzo a una nueva jornada que vislumbramos muy intensa y rica en contenido. Con la oración comenzamos este nuevo día, en que la Iglesia hace conmemoración de todos los difuntos. La Palabra de Dios, una vez más nos ha interpelado: “Al atardecer… estando cerradas, por miedo las puertas del lugar, donde se encontraban los discípulos se presentó Jesús en medio de ellos”. Tomás no estaba, no creyó, necesitó tocar las heridas para creer que había resucitado.
Tras el encuentro con el Resucitado empieza la Misión ¿A dónde siento que el Señor me envía en este momento de mi vida?
Seguimos necesitando tocar las heridas de tantos y tantos hombres heridos que hoy hemos traído con nombre a nuestra oración. En ellos encontramos al Resucitado.
Gonzalo Fernández Sanz, CMF nos presenta “orientaciones actuales de la Iglesia para la vida consagrada”.
Con la imagen de varios relojes que marcaban las distintas horas de la vida consagrada, envejecimiento, escasez vocacional, crisis de identidad …, ante este panorama, lo más sensato para algunos sería prepararse para la muerte, otros optan por mirar el futuro con esperanza, ser creativos, preguntarse qué quiere Dios de nosotros.
El pasado no siempre es útil, es necesario, pero no suficiente. Para el despegue nos hace algunas propuestas:
Interpretar el carisma, no desde el pasado sino hacia el futuro
Poner el acento en alternativas de vida
Irradiar alegría
En este camino de discernimiento la Iglesia está a nuestro lado. Los últimos Papas han dedicado una gran riqueza de documentos de los que destacaremos algunos acentos:
No caer en pesimismos, porque nuestra vida es visión nueva, vida nueva, visión de lo que importa: Jesús.
Cultivar la paciencia
Discernir lo esencial
Ser mensajeros de alegría
Cultivar la santidad
Crear entornos seguros frente a los abusos
Prestar más atención a la gestión económica
El ponente concluía con estos interrogantes: ¿Estamos a punto de morir o estamos más bien preparando un nuevo nacimiento? ¿Enterradoras del pasado o parteras del futuro? Ante el parto se requieren dos actitudes fundamentales: “respirar y empujar”. Cultivar la experiencia del Espíritu (el aire que nos hace respirar9 y poner en marcha una nueva creatividad para imaginar nuevas formas de vida comunitaria, de formación y de misión.
Tras un breve descanso hemos tenido la oportunidad de contar con un panel de experiencias que desde distintas perspectivas y con un sentido eclesial se abrieron las diferentes puertas:
“Mística de ojos abiertos”. Guillermo Campuzano C.M.
Los vicencianos en nuestra experiencia mística somos desafiados a estar atentos, a ver más a escuchar mejor, a conectar, a entender la complejidad sistémica de la realidad…En la oración silenciosa, en el éxtasis contemplativo la realidad se abra delante de nosotros con mucho sentido y un mundo infinito de gemidos de dolor en los que dios nos llama, nos convoca y nos compromete. Los muchos gritos de la vida sólo los podemos escuchar cuando no callamos y nos doblamos delante de Dios.
“Hacia una cultura del encuentro” Josep Buades Fuster, S.J.
El ponente presenta la cultura del encuentro en el marco del dialogo interreligioso. Para que se dé el diálogo se requieren las siguientes condiciones:
Prestar atención a quienes son los interlocutores
Que el contexto preserve la libertad religiosa de los interlocutores
Que afronte la cuestión de la verdad discerniendo anuncio y diálogo
Articular razón y fe
Que crezcan en conocimiento de la tradición del otro
Que adopten una actitud apropiada respecto de los potenciales frutos del diálogo.
Concluye diciendo: “Creo que el diálogo es posible para el que procede con humildad”.
“Hacia un compromiso para caminar juntas” Cristina Inogés
Acoger y escuchar, son requisitos indispensables para poder caminar juntos. Caminar implica acompasar el paso, ralentizar un poco nuestra velocidad.
Acoger, participación afectiva y efectiva de todos para que, entre todos hagamos de la iglesia una realidad común, de quienes sirven y quienes son servidos. No basta decir qué hacemos para ellos, sino con ellos.
Escuchar: proceso esencial en al sinodalidad, pero no es la única forma. Junto a ella tiene que formar parte, la escucha al Espíritu y el discernimiento. “Discernimiento es hacer limpieza en tu vida para que Dios se asome y vea que pasa”
“Formarse para acompañar” Amelia Ramírez S.C.H.
Acompañar y dejarnos acompañar se nos ilumina como una mediación insustituible, como una mediación para andar el camino. Acompañar no es una tarea más, se trata de un modo de ser en relación, de andar la vida con propósito, un modo de vivir y convivir contando con otros. ¿Cuánta vida amenazada podemos perdernos si no estamos cerca! ¡Si no salimos al encuentro, si no estamos atentos! ¡¡¡En la misión y en casa, en Comunidad!!!
Trabajo por Consejos Provinciales: Líneas fuerza que debemos tener en nuestro futuro inmediato. Posteriormente se llevó a cabo una rica puesta en común de lo tratado en los grupos.
Intervención (on line) del P. Tómaz Mavric que nos ayudó a reflexionar sobre la acción compartida y profética de la Familia Valenciana. Propone pasar de la estructura de Familia Vicenciana a Movimiento Vicenciano, como forma de integrar a aquellos que sin pertenecer a una rama viven el carisma. Anima a la formación en el espíritu vicenciano a los laicos. A fin de que una vez formados puedan responder con nosotras a las necesidades que hay en el mundo.
Al final de la tarde celebramos la Eucaristía presidida por el P. Juan de la Rosa, director de España Sur. Por ser la conmemoración de los fieles difuntos, presentamos una vela para visibilizar su presencia en nuestras vidas.
Un concierto de oración coronó el día de intenso trabajo. Textos del evangelio y de los fundadores inspiraron las canciones que provocaron en nosotros sentimientos de entrega generosa, así como de gratitud por haber sido llamadas a una vocación tan grande.
Agradecemos al grupo de Padres y Hermanas que generosamente y con mucho gusto nos deleitaron y movieron a la oración con su música y canción. ¡GRACIAS!
